Traducción de nombres propios

Traducción de nombres propios

Traducción de nombres propios

El debate sobre la traducción de los nombres propios es uno de los más recurrentes en el sector de la traducción. ¿Cuál es el tratamiento más idóneo?

 

La afirmación de que los nombres propios, tal como los define la categoría gramatical a la que pertenecen, son invariables y, por lo tanto, no deben ser traducidos, se enfrenta con la existencia y el uso generalizado de múltiples adaptaciones de nombres de personas y de lugares en otros idiomas: Cristóbal Colón, Julio Verne y Erasmo de Róterdam, Nueva York, Londres y Pekín, por sólo citar algunos ejemplos, ponen claramente en duda el carácter categórico de la inmutabilidad de los nombres propios. Estas evidencias nos indican que, como cualquier otra unidad lingüística, los nombres propios son susceptibles de modificaciones cuando pasan de un idioma a otro.

 

Las líneas de reflexión más recientes sobre este tema proponen considerar la traducción de nombres propios como una unidad específica, en la que los procedimientos habituales de traducción (como el calco o la equivalencia) pueden ser aplicados, atendiendo distintos aspectos tales como el tipo de nombre propio (antropónimo, topónimo, etc…), el uso y el idioma fuente al que pertenece.

Según el caso, la historia, la fonética o el mero criterio de inteligibilidad explican la traducción de ciertos nombres propios. Así, la existencia de múltiples relaciones entre dos países de lenguas distintas a lo largo de la historia (desde relaciones comerciales hasta invasiones territoriales) puede justificar que los topónimos de dichos países encuentren una acepción lingüística específica en cada idioma. Ciertas incompatibilidades fonéticas entre distintos idiomas dan lugar a adaptaciones similares a la que convirtió la capital china en Pekín (en chino simplificado, 北京话; pinyin), al traducirla al español. 

 

Si bien parece existir un común acuerdo sobre la preferencia de no traducir los antropónimos y ante la ausencia de reglas estrictas, se imponen estrategias de traducción en el trato de los demás tipos de nombres propios. Dichas estrategias responden a la coherencia propia del texto meta y contemplan los factores culturales, lingüísticos, poéticos, etc… que mejor custodien el sentido del texto fuente y que otorguen mayor inteligibilidad al texto traducido.

Es importante acudir a un traductor profesional capaz de tomar las decisiones más adecuadas, en beneficio de la traducción.

 

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